31 mayo 2013

El Rey niño de los que no gritan


Tener un niño en casa significa hacer gala de una paciencia infinita. No me quejo, Pablo es tranquilo, se porta bien y, si le explicas las cosas, las comprende perfectamente. Pero un niño de 5 años es un niño de 5 años.

La hora del baño y la de dormir son, realmente, la hora de las excusas. “Ya va mami que estoy haciendo algo”, “Es que se me perdió un juguete”, “Necesito ir a la cocina a preguntarle algo a papá”.  En las noches, a las excusas se suman carreritas, volteretas, saltos en el colchón y… ¡Pabloooo, ya es tarde. Hora de dormiiir!

―Mamá, yo soy el Rey niño de los que no gritan. Tranquilita, ¿sí? ―con voz muy suave.

―¿El Rey niño de los que no gritan?

―Sí.

―¿Y cómo es eso? ¿Cómo es el Reino de los que no gritan?

―En mi Reino todos estamos tranquilitos, calladitos, hablamos bajito.

―Mmm…

―Mamá, si te vuelves a poner regañona voy a ponerte calladita con mi varita, y así no gritas más.

―Está bien, Pablo. Ven, vamos a dormir.

No soy una persona de hablar ni reírse muy alto, de hecho, creo que no sé gritar; pero a veces, cuando pierdo la paciencia, subo el tono. Sé que, en parte, lo hace para salirse con la suya, mas no puedo negar que, gracias al Rey niño de los que no gritan, me he sentido así como una bruja chillona y he estado revisándome y replanteándome ciertas conductas.

Sigo intentando que se vaya a la cama temprano, él sigue buscando excusas y cuando se me escapa un ¡Pabloooo!, en seguida me interrumpe: “Mamá, recuerda que soy el Rey niño de los que no gritan, no puedes comportarte así en mi reino”.  


...


La ilustración se llama Le petit roi y es de un autor francés: Laurent Richard

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