02 septiembre 2010

¡Pocoyizado!


Con Pablo hemos pasado por diferentes “fiebres” televisivas. A la emoción que significó conocer a Doki cuando era un bebecito le han seguido Pinky Dinky Doo, Louie, Tulli, Hi5 –una desgracia para nosotros-, Olivia –quien es igual al jengibre, según él-, La casa de Mickey, Wow! Wow! Wubbzy! –la novela de las cuatro, no se lo pierde- y Los pies mágicos de Franny. También se ha “enfiebrado” con algunos comerciales, como uno de MercadoLibre.com en el que salía una moto enamorada o el de no más nudos de Johnson.

Backyardigans, otrora favorito número uno, merece una mención especial. Creo que con estos personajes Pablo aprendió a bailar y cantar, compartió sus primeras palabras, aprendió a usar la TV y el DVD, a decir “otra vez”... Todavía le gustan, pero el sitio de honor ahora es de otro.

A Pocoyó lo conoció por casualidad. El programa lo transmiten –o transmitían- en un horario grosero; creo que sólo he madrugado para ir al colegio y cuando Pablo estaba recién nacido y mi esposo es tan renuente a levantarse temprano como yo, así que el pequeño tampoco tiene la costumbre de despertarse a ver la salida del sol. Fueron las promociones las que se lo presentaron y, como veíamos que le gustaba, también le mostrábamos los videos virtuales.

Un día que nos tocó surtir la videoteca infantil vimos que tenían la serie, y bueno, “ese le gusta, ¿no?”. “Sí, cuando ve la promo en Discovery Kids se emociona”. “Ah, vamos a llevárselo a ver”. “¡Ok!”. Entonces empezó la locura.

Pablo no ve Pocoyó, Pablo entra en su mundo y, a ratos, vive allí. Sabe de memoria todo lo que dice el narrador y los movimientos y la gestual de cada uno de los personajes en cada uno de los capítulos. Él suele ser Pocoyó, pero fácilmente puede trasformarse en Pato o decir las líneas de Elly y su show puede hacerlo a solas o con familia y amigos como público.

Y así llevamos varios meses. La trascendencia es tal que hace el salta-salta por toda la casa, toma fotos de los personajes en la pantalla, a veces es lo primero que pide al levantarse y, no sé si sea por haber visto tanto la serie, pero hasta las voces de los dos P se me parecen.

Otro descubrimiento que Pablo ha disfrutado mucho es jugar en el mundo virtual; de inmediato reconoció que ese muñequito que andaba por allí compartiendo con Pocoyó, Pato, Elly y sus amigos era él (su avatar). También he ha gustado el Pocoyizador y convertirnos a todos.

Ahora ando buscando hacerle el traje de su ídolo, sé que para Pablito seria lo más.