05 octubre 2011

¡A buscar un lobo!

“Vamos a un bosque… a buscar un lobo”, me respondió cuando le pregunté que qué quería hacer para celebrar el Día del niño, hace un par de meses. Tras la petición —casi imperativa—, lo primero fue pensar a qué bosque caraqueño podríamos ir, sí, hay opciones, pero no muchas vienen con lobo incluido. “¡Vamos a La Trinidad, a la hacienda!”, dije al bando masculino, y nos fuimos.

El lugar en cuestión es una vieja hacienda convertida en centro cultural, los jardines son postales idílicas —el lugar en sí lo es— y a Pablo le emocionó haber llegado, al fin, a un bosque. “¿Y el lobo, papá?”, soltó cuando no había dado más de 10 pasos de recorrido. “Ya lo vamos a buscar”, le respondíamos conscientes de que estábamos en cuenta regresiva.

Finalizado el recorrido por los jardines, iniciamos la ruta de los secaderos. “¿Y el lobo, mamá?, vamos a buscarlo”. “Sí nené, ya lo vamos a encontrar, seguro está en estas casitas”. En el parque cultural de La Trinidad los viejos secaderos de café ahora son espacios habitados por pinturas, fotografías, artesanías, ilustraciones y otras formas de arte. Cada una de estas galerías tiene identidad propia que se traducen en sensaciones e impresiones diferentes, una experiencia multisensorial total. “¿Y el lobo?”. 

El último secadero resultó ser la equis en el mapa del tesoro: Sopa de letras, una librería especializada en literatura infantil y juvenil. Creo que no he dicho que Pablo es un lector empedernido, que sufre por que le compren un libro con la misma —o mayor— intensidad que cuando quiere un juguete, pero mejor contar esos detalles en otro momento. En fin, el pequeño quedó deslumbrado al entrar al templo sagrado de los cuentos y, luego del reconocimiento necesario, se acomodó en los cojines del rincón de lectura y… ¡encontró al lobo!

En su fascinación por los lobos, —además de buscar la luna cada noche, aullar y tener una risa feroz perfecta— Pablo se ha hecho de cierta cantidad de títulos en los que el lobo es protagonista, antagonista o actor de reparto; uno de ellos fue el que encontró en la Sopa de letras. Y por si alguien tiene un pequeño o pequeña que tenga la misma afinidad por los peludos que aúllan a la luna o simplemente quiere un buen cuento infantil, acá dejo una selección de buena “literatura lobuna”.  



Lobo, de Olivier Douzou - FCE
Este es maravilloso para cuando están en la etapa de conocer las partes del rostro. A Pablo, que se lo sabe de memoria, aún le da susto cuando aparecen los dientes.

Los tres lobitos y el cochino feroz, de Eugene Trivizas – Ekaré
Buena manera de salir de los estereotipos y transmitir un bonito mensaje.


Una caperucita roja, de Marjolaine Leray - Oceano Travesía
En esta reinterpretación del clásico, el lobo es vencido de forma sencilla e inteligente por una caperucita que no conoce el miedo.

Juan y el lobo, de Tony Ross - Océano Travesía
Confieso que siempre le invento otro final, este lobo es realmente feroz; ideal para niños un poco más grandes.

Bruno, la oveja sin suerte, de Victor Sylvain -  Oceano Travesía
Esta historia nos dice que las cosas buenas no siempre son evidentes; el lobo tiene un papel de reparto, pero de peso.

Juguemos en el Bosque, Monic Bergna - Ekaré
La clásica canción infantil hermosamente ilustrada; es súper divertido e interactivo (no sé si aún se consigue en librerías, siempre lo hemos leído en bibliotecas).