10 junio 2012

Magia en el súper


Violín, por Pablo Sanguinetti


Domingo en la tarde, el niño sale de casa vestido de Hombre araña y despeinado. Al llegar al supermercado suelta la mano de papá y comienza a descubrir los secretos infinitos que esconden pasillos y anaqueles. Papá lo trae de vuelta.

El pequeño se adueña entonces del carrito de metal, suerte de piloto en una carrera de obstáculos. En la ruta se encuentra a tres hermanitos: los dos mayores empujan el carrito en el que va el menor, vestido de tigre; uno de los grandes lleva una flauta. El niño se une a ellos, les habla, lo miran con extrañeza, se ríen, juegan, hasta que papá lo encuentra, al fin. Le toma la mano, “quédate tranquilo”, y juntos se van al área de carnicería.

―¡Hola señor “Pizzat”! ―dice el niño al hombre que está a su derecha. Debe tener unos 70 años.

―Hola niño ―responde el señor. Su bigote sonríe. ―¿Te gustan los cuentos?

―Sí.

―Los cuentos y la música son muy importantes para los niños ―dice, mirando al papá. ―Te voy a contar el cuento de unas hormigas ―el pequeño muestra sus dientes diminutos y su cuerpo se estremece de la emoción.

El viejo empieza a narrar y, cuando la historia avanza, las palabras se convierten en canciones; el niño lo acompaña con su guitarra invisible. El viejo se anima más y comienza un baile improvisado; el niño lo sigue. Empleados del supermercado y compradores curiosos se acercan a mirar la singular danza ―celta, quizás―. Llegan los tres hermanitos; el de la flauta los rodea entonando una melodía. 

El viejo termina su canción, el niño dice que ahora él le va a cantar. Más gente viene a ver a la pareja de artistas. El niño termina de cantar, el viejo hace una reverencia, el público aplaude. El viejo y el niño se dan la mano.

―Adiós, señor Pizzat.

―Adiós, Pablo. Que Dios te cuide.



PD: En las líneas anteriores no hay ficción 

20 marzo 2012

RatonVampirizado

Llegaron a casa por cortesía de la editorial que los trajo de vuelta, Lugar común, porque estaba escribiendo una nota sobre el proyecto –libro, disco, montaje teatral- para la revista, y digo que los trajo de vuelta porque Ratón y Vampiro nacieron hace como veinte años, cuando se le ocurrieron a Yolanda Pantin. Cuando Pablo llegó del colegio, le dije: Te voy a enseñar algo que tal vez te guste. Se fue directo a escudriñar en mi mesa, y los encontró.

Antes de continuar, debo decir que, pese a sus cuatro años, mi hijo es un “lector” exigente, quizás, porque comenzó a serlo en la barriga. Como ya he escrito por aquí: Para él es igual de emocionante entrar a una juguetería que a una biblioteca o una librería y, si se trata de elegir un nuevo título, se toma su tiempo para revisar cuál le interesa de verdad.

Cuando encontró a Ratón y Vampiro me llevó hasta el sofá, nos sentamos, “lee, mamá”, y al terminar, “otra vez, mamá”. Luego, escuchó el disco, atento, mientras volvía a recorrer el libro. Esa noche me dijo: “Yo soy Ratón y tú eres Vampiro”. ¿Y por qué yo soy Vampiro?, “porque somos amigos y tú usas lentes porque no ves bien”.

Al día siguiente, saliendo del colegio, ¿cómo te fue Pablo?, “¡hola Vampiro! muy bien”, me alegra… Ratón; desde entonces, ese suele ser el saludo de las tardes. Rumbo a casa me dijo: “Yo conozco el tren de Ratón y Vampiro”. ¿Sí? ¿Cuándo lo conociste? “Cuando fui al trabajo de papá, nos fuimos en ese tren”. Unos días luego Pablo decidió que su papá era Fantasma, ¿por qué?, “porque es amigo de Ratón y Vampiro, y se abrazan los tres porque se quieren”. Más de una vez le ha hecho vestir una sábana en las noches.

Pablo, Ratón y Vampiro también están en el teatro, ¿quieres ir?, “sí mami”, y fuimos. Antes de entrar a la función lloró por una franela de Fantasma, la compramos y se la puso sobre su ropa; que fuese talla 10 era lo de menos. Esperó paciente a que subiera el telón canturreando volare, volare y, al aparecer sus amigos sobre el escenario, se “metió” en el castillo de Ratón durante un buen rato. Dos veces me abrazó durante la obra, ¿qué te pasa Pablo?, “¡mami, estoy feliz!”.

Al salir pidió autógrafos a todos, posó junto a ellos para las fotos, se despidió y regresamos a casa. Ya me ha preguntado un par de veces si el fin de semana vamos a volver a verlos.

Terminando de escribir este relato sobre la RatónVampirización de Pablo, recibimos una noticia importantísima: Ratón (en persona) lo ha nombrado “El PablovestidodeFantasma más bueno del mundo”, título avalado por Vampiro y Fantasma (y la Niña), además. Ahora, me marcho a entregárselo en sus manos.

(Gracias, V)