11 julio 2008

Espectáculo infantil

“Los bebés saben lo que hacen”. Esa frase la había escuchado muchas, muchísimas veces de boca de todo el mundo –fueran padres o no-. Yo no tenía mucha noción sobre el tema pues, como siempre digo, Pablo es el primer bebé con el que tengo contacto cercano, y, dado mi desconocimiento, no le había prestado mucha atención al asunto. Ahora, metida en el rol de madre, me doy cuenta de lo certero de la frase.

Pablo es todo un showbaby y tiene un performance para cada ocasión. A su tía Katy casi le baila rumba sonreído cuando la ve, él sabe que ella no aguanta dos pedidas para cargarlo, y con su “nana” ocurre el mismo fenómeno del bailecito; ésa es otra que se derrite con solo mirarlo y, acto seguido, lo pasea en brazos. Con la abuela el show es diferente, se hace más histriónico, y pone carita de “pobre niñito desvalido” al verla –táctica infalible para lograr el propósito anterior-, y a papi lo mira de forma tan lastimera cada mañana que lo hace dudar sobre si ir o no a trabajar.

Hasta con los juguetes cambia su comportamiento. Tiene un cangrejito con el que descarga su furia –a gritos y pellizcos-, unos marcianos que son sus grandes compañeros de juegos - abrazarlos y llenarlos de baba- y un gusano que es algo así como su hermano –lo mira y sus ojos se iluminan-.

Con mami tal vez la cosa es más difícil. Es a mí a quien toca ponerle carácter a la criatura y, de una u otra forma, lo logro, a pesar de sus “bailes”, shows y otras encantadoras artimañas. Lo que no puedo negar es que, más de una vez, por muy seria que trate de estar al llamarle la atención por alguna de sus locuras, cuando me mira con sus súper ojos y me pone la sonrisita esa, me desarma. Imposible cuestionar la “sabiduría” de los bebés.
...
Imagen: Volo Goow y Fiuzz, amigos de Pablo. Foto tomada por su madre 4 días antes de su nacimiento.

02 julio 2008

La función de este blog


Entre cuidar a Pablo, trabajar y disfrutar el tiempo libre siempre me asalta el mismo pensamiento preocupado: “no he escrito nada en el blog de Pablito”. Podría pensarse que esto no es gran cosa, total, son sólo cuentos míos sobre cosas mías que leen amigos y familiares míos y uno que otro visitante fortuito. Pero no, esto va más allá de lo evidente.

Mi otro blog, Chácharas, es escrito totalmente a capricho; tampoco he podido dedicarle mucho desde que soy madre, y eso no me quita el sueño: ya habrá tiempo para seguir contando tonterías, cosas serias, experiencias gratas e ingratas o cualquier otra cosa que me proveque en el momento. En cambio, el blog de Pablo tiene una función vital: atrapar recuerdos.

Cuando vivo algo muy importante quisiera recordarlo para siempre, pero pasa que la intensidad de esos recuerdos pronto se debilita y se vuelven una suerte de ensueño: imágenes irreales que dan la sensación de no haber ocurrido nunca. Así me ha pasado con mis memorias viajeras, de conciertos y un sinfín de momentos especiales, a pesar de lo grato que han sido, cuando pienso en ellos hay una nebulosa, las imágenes pierden nitidez.

Siempre buscamos maneras de retener los recuerdos felices, y quizás la más común es la fotografía, por algo no falta una cámara en cumpleaños, matrimonios, viajes y cualquier otro momento importante en la vida de cada quien. Otra forma muy usual son las conversaciones, y con sólo un “te acuerdas de” podemos revivir cualquier situación. Para mí, las letras son una de esas maneras de capturar imágenes y hacerlas imperecederas; cuando leemos algo que escribimos, inmediatamente la mente viaja a ese momento y lo vive otra vez, y es más fácil aún si las palabras lo complementan.

El ver crecer a un hijo es algo fantástico y, aunque es un proceso largo y pareciera que hay tiempo de sobra para disfrutarlo, todo ocurre muy aceleradamente, y si no que lo digan el montón de madres que una y otra vez suspiran “es que el tiempo pasó tan rápido” al ver a sus niños convertidos en adultos. En mi papel de madre recién estrenada ya he empezado a sentir esa velocidad y la consiguiente añoranza: Pablo tiene cinco meses -que fueron como cinco minutos- y no sé en qué momento pasaron. ¿Cuándo dejó de ser aquel bebé pequeñito y frágil y se transformó en este bebezote?

Y ahora quisiera perpetuar cada instante de su existencia en mi memoria, que no se escape un solo gesto, una sola mirada, una sola sonrisa, un solo sonido… Que no me traicionen los recuerdos, que no me hagan trampa y se queden allí donde pueda revisarlos cada vez que se me antoje. Es difícil, ya muchos forman parte de ese ensueño. Sólo me queda seguir escribiendo.
..