27 agosto 2010

¿Dónde está?


¿Dónde está mamá? ¿Dónde está mariposha? ¿Dónde está Katy? ¿Dónde está el árbol? ¿Dónde está abuela? ¿Dónde está el camión amarillo? ¿Dónde está papato? ¿Dónde está osho? ¿Dónde está el agua? ¿Dónde está papá? ¿Dónde está perrito? ¿Dónde está el papel? ¿Dónde está pelota? ¿Dónde está Pocoyo? ¿Dónde está moto? ¿Dónde está fantasma? ¿Dónde está pañal? ¿Dónde está Mickey? ¿Dónde está queso? ¿Dónde está parajito? ¿Dónde está martillo? ¿Dónde está flor? ¿Dónde está foto? ¿Dónde está carro de papá? ¿Dónde está chupeta? ¿Dónde está Pablo? ¡Aquí está!



El de la imagen es Yoyo, el mago, personaje con el que Pablo se identificó de inmediato, no sólo porque le encanta el trabalenguas con el que hace sus trucos, sino porque ambos dominan el “acto de desaparición” con un pañuelo. Es el protagonista de uno de los nuevos programas de BabyTV.

17 agosto 2010

“Pajarito-árbol”

Ayer, Pablo hizo un descubrimiento que marcó el resto de su día: los pajaritos viven en los árboles. Para un adulto es algo simple, obvio y carente de emoción, pero para un chiquito que ama árboles, flores y hojas y que siente fascinación cuando ve en persona un animalito de esos que salen en los libros o en la tele, es toda una revelación.

Llegábamos de un paseo mañanero y nos encontramos con pajarito caminando frente a la casa. Por supuesto, Pablito salió corriendo para tratar de atraparlo y cuando casi casi lo tenía, el traicionero alzó el vuelo y se ocultó en nuestro árbol. “¡Guao! ¡Pajarito-árbol, mamá! ¡Pajarito –árbol!”. Y allí nos quedamos un rato, la sorpresa era tanta que no dejaba de mirar el recién descubierto hogar de tronco y hojas.

En la tarde le contó la noticia a todo el que pudo: papá, abuela, Katy… Y de vez en cuando miraba hacia la ventana y se quedaba pensativo viendo las ramas que se asoman. En la noche bajamos al jardín; Pablito observaba curioso la ahora oscura copa del árbol.

—Pajarito está durmiendo, despídete de él —le dije.

—Buenas noches pajarito…


...

Imagen: Migo, ilustración de Víctor Hugo Riveros Strange

¡Mamá!


Según Pablo…

Bad Alice es la muñequita que adorna mi libreta de anotaciones diarias; el problema es que, a ojos de Pablo, la protagonista de la libretita soy yo, por lo que ahora debo tenerla bajo custodia: un pequeño descuido es suficiente para que se la lleve a su madriguera y empiece a deshojarla o pintarla. ¡Tener un librito con fotos de mamá es lo máximo!

06 agosto 2010

De paseo una tarde cualquiera

—¿Vamos a salir?

—¡Síiii! Vamos, vamos…

—Acompáñame a la panadería.

—¡A salir!

Él ya está listo, como siempre, sólo le falta ponerse los “pajatos”. Yo busco el típico atuendo para andar por allí con Pablo: franela gris, jeans azules, Converse uva. Nos alistamos, salimos. “¡Carro, carro, carro blanco, carro azul! ¡Moto! ¡Mira moto, mamá! ¡Árboool, árboool! ¡Hoja!”, grita. Creo que mirar vehículos en movimiento y estar en contacto con la naturaleza son dos de las cosas que más lo emocionan.

Vamos a cambiar una película en el “club” de la esquina. La pequeña criatura “organiza” los estuches y elige uno con algo en la portada que no me convence. “¡Pablito! ¿Cómo estás?”, lo saluda el señor del quiosco; también se le acerca uno de los taxistas de la línea, quien resultó ser actor y lo invita a su obra infantil este fin de semana en Escena 8.

Seguimos a la farmacia. Yo busco crema dental, toallitas, curitas; él quiere que llevemos la colonia de Mickey y unas compotas. “Hola Pablito”, lo saluda el muchacho que atiende. Voy a pagar, veo que el pequeño ya está del otro lado del mostrador conversando con su amigo. “Nos vamos Pablo”, le digo y se viene corriendo con una chupeta que le regalaron.

La próxima parada es la panadería. El terremoto me suelta la mano y corre entre estantes, botellones de agua, refrescos de dos litros, anaqueles de chucherías y cajas con los productos que están llegando; para él es tan divertido como ir al parque. Tomo lo que necesito y voy a la caja, no lo encuentro. ¡Pablooo! “Aquí está”, me responde uno de los panaderos. Alzo la vista: la criatura está en el lado de los dulces, pero en la partede adentro hablando con todos, como siempre. “Gracias”, le dice a uno de sus amigos y corre hacia mí con una galleta en la mano.

Vamos de regreso a casa. “¡Pablito!”, se escucha otra vez; ahora se trata de un grupo de vecinas. Él, siempre muy educado, saluda a cada una, mientras ellas le piropean la ropa, los zapaticos, la carita de muñeco y, por supuesto, el pelero. Sigue pisando hojas secas, ladrando con los perros, corriendo detrás de las camionetas y haciendo “salta-salta” como un conejo loco.


Al fin llegamos a nuestra calle. “Hola señor”, dice al vigilante, luego ve la casa, “llegamos mamá”. Entramos. Yo voy con mi pesado par de bolsas, cansada, despeinada y con los lentes torcidos por la corredera; él, tranquilito con su chupeta. Es hora de subir las escaleras: “cargadito mamá”, me extiende los brazos. ¿Cómo no complacerlo?
...

La imagen es Madre e hijo de Louis Toffoli, pintor que dedicó buena parte de su obra a la observación de la gente y su cotidianidad

05 agosto 2010

Árbol triángulo

Pablo sabe que en la computadora de su mamá puede encontrar cualquier cosa que se le ocurra, literalmente, y ese es uno de los pasatiempos que forman parte de su rutina: pedir deseos virtuales.
Tortuga, Mickey, oso, Doki, sol, moto, conejo, perro, casa, avión, sopa, flor, luna, Pocoyó, carro, conejo, Franklin, nené… Todo es posible en la pantalla mágica, hasta este extraño y emocionante “árbol triángulo” que consiguió ayer.
Ahora ese es el nombre oficial de pinos y aborlitos de Navidad.