29 diciembre 2007

Parto/Cesárea



En estos días de descanso, frío y gripe, el pequeño Pablo continúa creciendo desmesuradamente; es inevitable mirar la barriga y suspirar, “pensar que pasarás por allí”. Sí, siempre tuve en mente tener a mi bebé –algún día- por parto normal, y una vez que aquel pensamiento se hizo realidad sostuve mi decisión; lo que no imaginaba era el efecto que genera en los demás manifestar que no deseas una cesárea.

Comentarios alegres y las palmaditas de apoyo en el hombro me han hecho sentir como una especie en extinción, como una suerte de heroína de no teme enfrentarse al terrible monstruo, es decir, al parto; desde amigos y allegados hasta descocidos con quienes cruzas alguna palabra de forma trivial. Luego, ojeando estadísticas y escuchando por aquí y por allá supe que realmente el índice de cesáreas en nuestro país es muy alto.

Hay quienes recurren a la cesárea por comodidad, estética o miedo y se niegan rotundamente al procedimiento natural; ni les pasa por la cabeza intentarlo o al final les pasa “algo” y no pueden parir. Pero también está el otro bando, el que defiende el parto normal a capa y espada y rechaza de plano la intervención quirúrgica y entonces se sienten frustradas si deben recurrir a ésta.

Particularmente, creo que aquí no aplican las polarizaciones. Aunque mi elección haya sido el parto normal, tengo claro que hay muchísimos casos que sí ameritan una cesárea y si, a última hora, entro en alguna de esas condiciones no dudaré en hacerme una, sin ningún complejo; finalmente lo más importante es que el nacimiento ocurra de la mejor manera.

Una de mis intenciones al abrir este blog, además de que sirva como una forma de mostrar a Pablo todo lo que ha significado para nosotros su existencia, es compartir –y desmitificar, si es necesario- las diferentes experiencias que se viven al tener un bebé. Por eso, más adelante retomaré este tema para hablar del verdadero desenlace.
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Imagen: Hold me, Chidi Okoye

25 diciembre 2007

Pancita navideña



Hace días decidí optar por el encierro casero, pero me vi obligada a interrumpirlo para atender los infaltables favores navideños, es decir, comprar los regalos que darán otros. Caminar con treinta y pico de semanas de embarazo es duro: el andar es lento, puedes perder el aliento en cuestión de dos cuadras o tener una “contraccioncita” en pleno trayecto sin tener a la vista una sola silla. A pesar de mis limitaciones, salí ilesa de la “aventura” y hasta aproveché para hacer compras para mí, algo raro ahora que todo es para Pablo.

Tras mi exitoso enfrentamiento a la agobiante Caracas navideña, regresé a mi encierro para dedicarme junto a JJ a los arreglos del hogar y continuar los preparativos para recibir a nuestro pequeño; es emocionante ver cómo su cuarto ya va tomando forma, aunque todavía faltan detalles. Después vino lo mejor: la primera navidad de Pablo porque, aunque todavía está en su “casita”, el crío fue el más regalado de toda la familia.

Desde principios de mes ha estado recibiendo presentes y el 23 llegó su abuelo Henry con una súper bolsa llena de cosas sólo para él. Por supuesto, el 24 siguió la racha de regalitos de manos de su abuela Antonieta y su tía Katy y aun faltan los que seguramente le enviarán los abuelos de Barinas y los tíos que no están ahora en el país. Si el fue tanto el furor y aun no ha nacido, ya José Juan y yo nos imaginamos cómo será la próxima navidad, cuando esté el pequeño en persona y dispuesto a destrozar papeles y envoltorios.



Imagen: Mamá frente al árbol vista desde el lente de papá.

17 diciembre 2007

Asuntos pendientes


Es larga, larguísima, la lista de cosas por hacer durante el embarazo y más allá, pues ésta no se limita a muebles, consultas prenatales, exámenes, ropita y accesorios, luego continúan pediatra, medicinas, más consultas, exámenes, ropita y accesorios. Pensándolo bien, la lista nunca termina; después vendrá el pre-escolar, la plastilina, el pinta dedos, el colegio, los cuadernos, los libros e incluso después del ítem “universidad” quedarán otros pendientes porque así son las mamás, siempre atentas a todo lo relacionado a la vida de sus criaturas.

Limitándome al pedazo de la lista que me ocupa actualmente -ése que va hasta “maletica para la clínica”- puedo decir que aunque he adelantado bastante, aún siento que faltan muchas cosas y que se va acercando el momento demasiado rápido. Tacho y tacho y siguen apareciendo puntos; a veces, en las noches, se me mete en la cabeza la idea de que dormir es una pérdida de tiempo y que esas horas podría aprovecharlas mejor –adelantando cosas de la lista, por supuesto-.

Por otro lado, me ha invadido un desinterés total por los asuntos laborales. No me interesa estar escribiendo entrevistas o sobre libros, discos y películas, ni la fecha de cierre de la edición, ni que faltan colaboradores por entregar o textos por editar. ¿A quién le importa todo eso si aun no he comprado las cintas decorativas de la pared del cuarto de Pablo y el carpintero que va a instalar su closet me embarcó hoy?

En estos meses jamás he dejado de hacer algo de trabajo –he llevado una vida totalmente normal sin achaques locos de embarazada- e incluso JJ me decía que tenía que ir aligerando la carga porque me mataba demasiado y necesitaba descanso; ahora es como si me pasaron un interruptor y, automáticamente, siento deseos de abandonar todo lo laboral y dedicarme 100% a la dulce espera. Menos mal que ya casi termino con todo eso y en cuestión de días podré dedicarme de lleno a mis nuevos intereses hasta nuevo aviso.
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Imagen: no sé su nombre ni el de su autor.

11 diciembre 2007

El Baby Shower


El sábado pasado hicimos el Baby Shower de Pablo. Siempre repito que soy totalmente nueva en el maravilloso y extraño mundo de bebés y mamás, lo cual me hace ser bastante ignorante cuando se trata de organizar este tipo de actividades; como era de esperarse, no sabía nada sobre la también llamada "fiesta de pañales". Menos mal que cuento con un "equipo asesor" encargado de enseñarme y darme detalles de todas esas cosas que desconozco, de manera que gracias a Katy, Adriana e Internet supe de qué trataba todo esto.

Poco a poco fuimos preparando todo: la lista de invitados, los juegos -y sus respectivos premios-, la lista de regalos, comida y bebida sabrosas... Debo decir que fue una experiencia algo agotadora -así haya sido algo sencillo- por el volumen de mi barriga y mis limitaciones de movimiento y energía, pero valió la pena.

Entre juegos y conversaciones sobre bebés, familia y amigos pasamos un rato diferente y divertido -explotando globos, dibujando, adivinando-. Lo más gratificante es saber que todos están pendientes de Pablito y, que de una u otra forma, manifestaron su cariño e interés por él -incluso aquellos que no pudieron ir-, y no sólo ese día sino desde que nos enteramos de su existencia. ¡Gracias a todos!

Ahora la próxima reunión será cuando lo vayan a conocer.
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Imagen: Las obras de arte elaboradas por Adriana, Andreina, abuela Ada, Charito, Massiel, Jucary, Karelys, Joanna, Lauren y Patricia durante "Bebé Miguel Ángel". Qué mejor recuerdo.

06 diciembre 2007

Curso prenatal



Al fin terminamos el curso. Duró un mes, lo tomamos en Embarazarte y debo decir que me resultó muy útil, a pesar de que no soy muy dada a ese tipo de actividades grupales (siempre me hacen sentir parte de un reality show). Creo que para alguien que no recuerda haber visto un bebé desnudo y tampoco recuerda haber cargado alguno era necesario tomar un taller como éste.

El curso consta de tres módulos: Embarazo, parto y cuidados del bebé. Inicialmente pensábamos hacer sólo el de parto –en plural porque lo tomamos ambos padres de la criatura-; al final hicimos los tres y fue mucho mejor así. En cada módulo te dan mucha información y datos útiles y necesarios para afrontar lo que viene con más seguridad.

La parte teórica es excelente, sumamente completa y las facilitadotas tienen dominio de los temas. La tendencia del centro es promover las bondades del parto a fin de rescatar esta práctica que cada vez se utiliza menos, sin embargo, también proporcionan información sobre la cesárea. También son bastante enfáticos en la importancia de la lactancia materna y todos sus beneficios.

Adicional a las clases teóricas, realizan actividades prácticas. Confieso que no todas me gustaron –nunca me he sentido cómoda haciendo visualizaciones ni ejercicios que impliquen cierto contacto físico con la gente-, pero las demás mamás como que sí se sintieron muy bien haciéndolas. Definitivamente, creo que es algo de personalidad.

Apartando lo de las actividades y mis dificultades para socializar, puedo decir, sinceramente, que vale la pena hacer el curso. Ahora ambos nos sentimos más seguros y tranquilos al pensar en lo que implicará vivir el nacimiento de Pablo, aunque estamos concientes de que en la práctica, por aquello de los nervios y las emociones, siempre habrá situaciones inesperadas y es probable que se nos olvide todo lo q
ue nos enseñaron.

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Imagen: Pareja esperando, Ginny Hogan