25 febrero 2014

Respeto y diferencias en cinco lecturas para niños

Una de mis principales inquietudes, apenas supe que sería madre, ha sido cómo formar a un individuo con valores. Sé que no hay fórmulas ni garantías, uno simplemente hace su mejor esfuerzo según criterios y convicciones propias. En nuestro caso, la apuesta ha sido a la educación en casa, a motivarlo a través de ejemplos; creo que el colegio es solo un complemento del trabajo de los padres, no el responsable de la formación. En ese sentido, mi apuesta también ha sido a la lectura.

Desde que Pablo era muy pequeñito, he propiciado su encuentro con los libros. Primero, curioseándolos; luego, leyéndoselos; ahora, leyéndolos él mismo con gusto. No creo que ser lector te convierte, automáticamente, en alguien inteligente, menos aún en buena persona, pero sí creo que la lectura es reveladora y que te permite ver cosas que jamás habrías descubierto si no leyeras, y eso es importante. 

Hay relatos simplemente divertidos, pero hay otros que van un poco más allá. En estos días he recordado algunos de esos libros que, de manera obvia o entre líneas, dan ese paso más allá: Historias que hablan de respeto, diferencias, críticas y diversidad, mensajes que, en mi opinión, son necesarios para los niños y también para sus padres. Algunos ya los he mencionado por aquí, pero bien valen una relectura.

Ratón y Vampiro
Ratón es disciplinado, organizado y tiene miedo a la oscuridad. Vampiro es desenfadado, arriesgado y no soporta la luz del día. Sin embargo, ambos logran una amistad auténtica, en la cual, las fortalezas de uno apoyan las debilidades del otro. Esta entrañable historia, que también fue llevada al teatro, es de factura venezolana: escrita por Yolanda Pantin, ilustrada por Jefferson Quintana y editada por Lugar Común.


Lolo. El autismo
Este libro pertenece a una serie llamada En el corazón de las diferencias -editada por Playco- y fue el que más le costó procesar a Pablo. Al principio sentía rechazo por la extraña conducta de Lolo, un niño de preescolar con autismo, y no quiso seguir leyendo. Unos días luego, quiso buscarlo de nuevo, me dijo que lo acompañara a leerlo y fuimos conversando sobre esas cosas que no comprendía. Al final, me dijo: "Mamá, si Lolo viniera para acá, le prestaría mis rompecabezas y jugaríamos. Si Lolo fuera mi amigo, le haríamos macarrones para almorzar, eso le gustaría". Texto e ilustraciones de Brigitte Marleau.

Lucas
Profesores y compañeros critican a Lucas porque no se adapta a las normales escolares; él, sabe muy bien lo que quiere. De esos casos en lo que alguien es juzgado por no ir con la corriente, pero, cuando ese alguien se destaca gracias a sus logros, los prejuicios cambian. Escribe Tony Bradman, ilustra Tony Ross, edita Oceáno Travesía.


La merienda del señor verde

Esta obra, escrita e ilustrada por Javier Sáez Castán, ganó un reconocimiento del Banco del Libro, y de verdad que lo merece. Valiéndose de una presentación visualmente impactante, el autor nos muestra cuán hermoso puede ser el mundo cuando hay diversidad. Forma parte del catálogo de Ediciones Ekaré. 

El trapito feliz
A primera vista esta es una historia simple, lúdica, sobre Lucy y Pablo, dos niños que tienen algo en común: una vieja frazada que los acompaña a todas partes. Sin embargo, acá hay mucho más. Los padres de Lucy se empeñan en quitarle el trapito, aunque con éste ella se siente más segura; los familiares de Pablo lo critican por hacer cosas de niño que ellos hacen siendo adultos. Pero Lucy y Pablo defienden su derecho a quedarse con el trapito feliz. Esta vez, el agudo Tony Ross ilustra y escribe la historia, editada por Fondo de Cultura Económica. 

07 febrero 2014

¡Ya son seis!

Antes de hablar de cualquier otro tema o anécdota, quiero hacer un alto para decir que el sábado 1 de febrero Pablo cumplió seis años. ¡Seis años! Y eso me hace inmensamente feliz. Uno de estos días haré una carta de agradecimiento para todos los que, de alguna manera, han hecho posibles estos seis años de VIDA. 

04 febrero 2014

Cuarón para niños

A Alfonso Cuarón lo conocí en 1998, cuando materializó a Pip y Estella en su versión de Grandes esperanzas, el libro de Dickens; desde entonces he seguido cada uno de sus largometrajes, siempre esperando el próximo con muchas expectativas. Al saber de Gravity, por supuesto que quería verla en el cine, pero, por primera vez, me tocó ver una de sus películas en DVD, y es que desde Children of Men un detalle cambió: Soy mamá y la sala de cine es un lugar al que ahora solo voy a ver cintas animadas.

Domingo en la noche, casa en penumbra, Pablo duerme en su cuarto, empieza la función. Al rato, el pequeño se viene a nuestro cuarto con alguna excusa que ahora no recuerdo y pide dormir con nosotros. Está bien, Pablo. Seguimos viendo la película, noto que Pablo no tiene "pose" de dormido. Me acerco sigilosa y lo veo atento a todo lo que hace Sandra Bullock en el espacio, con ojos abiertísimos. 

Vamos, a dormir. "Sí, mami, ya me duermo". Anda, Pablo, duérmete que es tarde. "Sí, mami, ya me estoy durmiendo". Pablo, ¿te gusta esa película? "Sí, me encanta el espacio. ¿Cómo se llama?". Se llama Gravity o Gravedad, en español. El chico seguía interesadísimo en todo lo que le ocurría a Sandra así que, para que se durmiera, tuvimos que apagar. Faltaban unos 15 minutos para el final.

Al día siguiente, al llegar del colegio, me saludó, soltó el bolso y "¿puedo ver Gravity, mami? Es que a mí me encanta el espacio". Primero a almorzar, Pablo, después vemos. Más tarde vino con un interrogatorio sobre la gravedad, la vida en el espacio y el aire para respirar en la Tierra. Como siempre, después me tocó inventar historias que contextualizaran el significado de gravedad, una y otra vez. 

"¿Puedo ver, Gravity, mami?". Está bien. Fuimos a la TV y le busqué una escena que le había gustado la noche anterior. Allí se quedó un rato, mientras yo terminaba algún trabajo. 

"¿Mamá, tú viste el final de Gravity?", me preguntó en la noche, cuando se acercaba la hora de dormir. No, recuerda que anoche la tuve que apagar y no he tenido tiempo de verla hoy. "Yo sí la vi. La muchacha dijo que ella era la mamá y quería verla. Arrancó la nave y viajó hasta la Tierra. Aterrizó en el agua y se estaba ahogando, pero nadó y nadó y salió y llegó. Lo logró". ¿La muchacha lo logró? "Sí, mami, lo logró". Ah, qué bueno... Gracias por contarme el final, Pablo. "De nada, mami, ¡tienes que verla!".


...

La ilustración pertenece al libro Cómo atrapar una estrella, de Oliver Jeffers, uno de los favoritos de esta casa