02 julio 2008

La función de este blog


Entre cuidar a Pablo, trabajar y disfrutar el tiempo libre siempre me asalta el mismo pensamiento preocupado: “no he escrito nada en el blog de Pablito”. Podría pensarse que esto no es gran cosa, total, son sólo cuentos míos sobre cosas mías que leen amigos y familiares míos y uno que otro visitante fortuito. Pero no, esto va más allá de lo evidente.

Mi otro blog, Chácharas, es escrito totalmente a capricho; tampoco he podido dedicarle mucho desde que soy madre, y eso no me quita el sueño: ya habrá tiempo para seguir contando tonterías, cosas serias, experiencias gratas e ingratas o cualquier otra cosa que me proveque en el momento. En cambio, el blog de Pablo tiene una función vital: atrapar recuerdos.

Cuando vivo algo muy importante quisiera recordarlo para siempre, pero pasa que la intensidad de esos recuerdos pronto se debilita y se vuelven una suerte de ensueño: imágenes irreales que dan la sensación de no haber ocurrido nunca. Así me ha pasado con mis memorias viajeras, de conciertos y un sinfín de momentos especiales, a pesar de lo grato que han sido, cuando pienso en ellos hay una nebulosa, las imágenes pierden nitidez.

Siempre buscamos maneras de retener los recuerdos felices, y quizás la más común es la fotografía, por algo no falta una cámara en cumpleaños, matrimonios, viajes y cualquier otro momento importante en la vida de cada quien. Otra forma muy usual son las conversaciones, y con sólo un “te acuerdas de” podemos revivir cualquier situación. Para mí, las letras son una de esas maneras de capturar imágenes y hacerlas imperecederas; cuando leemos algo que escribimos, inmediatamente la mente viaja a ese momento y lo vive otra vez, y es más fácil aún si las palabras lo complementan.

El ver crecer a un hijo es algo fantástico y, aunque es un proceso largo y pareciera que hay tiempo de sobra para disfrutarlo, todo ocurre muy aceleradamente, y si no que lo digan el montón de madres que una y otra vez suspiran “es que el tiempo pasó tan rápido” al ver a sus niños convertidos en adultos. En mi papel de madre recién estrenada ya he empezado a sentir esa velocidad y la consiguiente añoranza: Pablo tiene cinco meses -que fueron como cinco minutos- y no sé en qué momento pasaron. ¿Cuándo dejó de ser aquel bebé pequeñito y frágil y se transformó en este bebezote?

Y ahora quisiera perpetuar cada instante de su existencia en mi memoria, que no se escape un solo gesto, una sola mirada, una sola sonrisa, un solo sonido… Que no me traicionen los recuerdos, que no me hagan trampa y se queden allí donde pueda revisarlos cada vez que se me antoje. Es difícil, ya muchos forman parte de ese ensueño. Sólo me queda seguir escribiendo.
..

No hay comentarios: