30 mayo 2013

Valiente

Hay padres que ven la televisión como el enemigo a vencer, otros, extrañamente, creen que ese rectángulo luminoso es capaz de educar a sus hijos. Para mí, la educación de los niños comienza en casa y, en algunos casos, la pantallita puede ser muy útil. Nada ni nadie es absolutamente malo o bueno.

La rutina médica es parte de nuestras vidas, desde hace mucho tiempo, y hacerle frente es un proceso en el que coinciden paciencia, aprendizaje y, sobre todo, comunicación. Estoy convencida de que conversar y explicar a Pablo cada paso que daremos ha sido clave en su salud, física y mental. A veces, en esa tarea de explicar de forma sencilla qué vamos a hacer y por qué, he tenido que valerme de la ayuda de algunos “amigos”. 

Hace unas semanas nos tocó uno de esos exámenes que me encantaría evitar, pero son necesarios. Días antes comenzó la preparación para comprender el ayuno de 14 horas, pinchazo para tomar la vía, más horas en una camilla y “eso es solo para saber si estás creciendo bien o si necesitas tomar algunas vitaminas”.

Mi hijo es un admirador del Hombre Araña. Sabe los diálogos de memoria de todas las películas, actúa las escenas, cree que cuando crezca podrá pegarse a las paredes y techos, quiere una novia como Mary Jane o Gwen y siempre me recuerda que nada me va a pasar porque él siempre estará allí para salvarme de los malos.

―Pablo, eso va a ser un pinchazo como cuando la araña mordió a Peter. Al principio se sintió un poco mal, pero luego se recuperó y se hizo fuerte y pudo ayudar a los demás  ―le dije.

―Sí, mami. Yo siempre soy valiente.

Llegó el momento del examen. Como siempre, quiso mirar cómo le toman la vía y le sacan la sangre, nada de “mira para otro lado mientras”. Todo iba bien hasta que llegó una inyección inesperada, muy dolorosa, y no aguantó las lágrimas. Al final, cuando recogían los equipos, preguntó: “¿Doctora, con tus agujas curas a los niños?”. Ella asintió con una sonrisa.

De regreso, me dijo con cierta angustia,

―Mami, lloré, ya no soy valiente.

―¡Pues claro que eres valiente! Así llores, sigues siéndolo. No es malo llorar si te sientes mal o triste. Peter se sintió mal y se desmayó una vez, y sigue siendo un héroe.

―Sí, mami. Yo sigo siendo valiente –dijo aliviado y feliz.

Después de todo esto me pregunto, ¿no es Spider-Man un superhéroe de verdad-verdad? Para mí, sí que lo es.


1 comentario:

Andreína dijo...

Bellísimo! qué ternura!