05 junio 2013

Gustos literarios

Pablo comenzó a leer a través de mis ojos. Supongo que cuando nació y vio de qué se trataba el asunto de las palabras y las historias, le gustó, porque desde muy pequeñito ha disfrutado la pequeña biblioteca que le tenía preparada para cuando llegara. Siempre digo, sin disimular la satisfacción, que jamás ha maltratado un libro o una revista, ni siquiera en sus primeros meses.

Aquella pequeña biblioteca ha crecido considerablemente. Primero era yo quien le traía novedades y, poco tiempo después, él mismo se hizo cargo de la selección. No exagero cuando digo que prefiere visitar una librería a una juguetería, le emociona más, y no porque no le gusten los juguetes, sino porque los libros lo enloquecen.

El pequeño experto no sólo tiene ya sus espacios de lectura preferidos -Kalathos, Sopa de letras, Crea y comparte, la Ludoteca de Los Palos Grandes y hasta la Biblioteca Paul Harris-, también tiene autores favoritos, y eso se me hace muy curioso. Pablo, antes de decidirse por un título, revisa las historias, los dibujos, me hace leerle varios, varias veces y, al fin, elige el que quiere llevar. Quién lo escribió o lo dibujo para él es lo de menos, sin embargo, he descubierto que hay dos nombres que se han hecho recurrentes: Tony Ross y Oliver Jeffers.

A Ross (1938) lo conoció por Princesita, primero como serie de televisión, luego en papel; de alguna manera, No quiero ir al hospital y Lávate las manos (ambos de Ediciones SM) le sirvieron para entretenerse y aprender. Después vinieron Juan y el lobo (Océano Travesía), Gorilón (con textos de Jeanne Willis, editado por Ekaré) y una maravilla llamada El trapito feliz (FCE).

De Jeffers le encanta toda la serie editada por FCE protagonizada por el "niño", grande y empastada -le ofrecimos el estuche que trae varios títulos en pequeño formato y se ofendió-. Acá tenemos Perdido y encontrado y Cómo atrapar una estrella, este último fue uno de los regalos que pidió en navidad.

Los primeros día de mayo fuimos un par de veces a la Fería de Altamira, uno de los eventos que él más espera cada año; empezó a visitarlo siendo muy pequeño y hoy es costumbre. Como siempre, revisó cada stand donde había títulos infantiles, me hizo leer entre la gente que iba y venía todos los libros que le parecieron interesantes -y que fueron muchos-. Dio otra vuelta, volvió a revisar, volví a leer.

Al final de estos paseos siempre le digo que elija el libro que más le gustó, sólo uno. El primer día eligió a Lucas (Océano Travesía), la historia de un niño diferente, que hace cosas diferentes, pese a lo que piensen los demás; fue escrito por Tony Bradman con ilustraciones de Tony Ross. El segundo día, luego de hacerme leer unos quince libros en el stand de FCE, se decidió por Atrapados, una historia disparatada de Oliver Jeffers.

Ambos autores son diferentes entre sí, en el estilo de ilustrar y en las maneras de contar -hasta son de épocas distintas: Ross es del 38 y Jeffers del 77-. Lo cierto es que sus trazos y ocurrencias para mi hijo son lo máximo.

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