07 junio 2013

Un niño que lee

Ayer, 6 de junio de 2013, ocurrió un acontecimiento digno de mención y registro escrito: Pablo leyó su primer libro, él solo, sin ayuda, de la primera a la última página. Lo leyó despacio, con cuidado, voz suavecita y mucha emoción. ¡Eso me ha hecho tan feliz!

El afortunado fue Pocoyó y la oruga Valentina, un libro muy sencillo, de poco texto, ideal para esta etapa de lectura incipiente -a veces me provoca hacer un homenaje a Pocoyó, le debemos tanto-. Para variar, fue en la sala de espera de una consultorio médico, visita que, por cierto, resultó en muy buenas noticias sobre su salud.

Esa vocecita que repasa sílabas poco a poco, sin prisa, se ha transformado en la música de fondo de mis tardes y noches desde hace varias semanas. Es uno de los sonidos más hermosos que haya escuchado.  

No hay comentarios: