07 agosto 2014

Pablo crece

El cierre de ciclos o fin de etapas suele despertar muchas emociones, en parte, porque tienen que ver con metas alcanzadas -o no-. Sin embargo, creo que lo que realmente despierta esas emociones es que es en esos momentos cuando el paso del tiempo se hace tangible, al menos en mi caso. El tiempo pasa, se avivan los recuerdos, crece la nostalgia.

Acabamos de finalizar la etapa de preescolar y dijimos adiós a la franela roja. Ahora Pablo es un "niño mediano" de primer grado que está aprendiendo a jugar fútbol, ama Epic Mickey, es un fanático empedernido de Robi Draco, siempre está pendiente de los estrenos de cine y quiere ser millonario de libros. 

Y yo me acuerdo de cuando estaba en la barriga y empecé este blog, del bebé que no sabíamos ni cómo bañar, del gateador más rápido del mundo, de las tantísimas cosas que han pasado en estos años. Veo sus logros, lo veo feliz y, bueno, me da esa cosa que pega en el estómago y el corazón cuando miras atrás llamada nostalgia. 

Creo que ya toca hacer algunos ajustes al diseño de este espacio, más de niño, menos de bebé. En fin, Pablo crece -y yo soy feliz-.  


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La foto es de julio de este año, del último día que usó la franela roja.

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