22 enero 2009

Adaptación

Pablo pronto cumple un año. Qué rápido... Qué año...

Miro atrás y realmente no sé cómo he hecho para atender al bebé cada día y trabajar al mismo tiempo. Me resulta toda una proeza escribir, coordinar tantas cosas y cumplir con las fechas de entrega sin dejar de hacer jugos, prepararle la bañerita, darle sopitas, compotas y galletas, desenmarañarle la cabellera, “encremarlo” después del baño, llevarlo al pediatra y jugar, jugar y jugar. El agotamiento es enorme y la idea de un “sabático” suena sencillamente tentadora.

No está fácil. He leído algunos artículos sobre madres que trabajan en casa y siempre se asume que hay alguien allí que las ayuda… y no es ese mi caso. Pablo “el nene” –como él mismo se hace llamar- es muy activo, siempre está inventando nuevos juegos, recorre los espacios a toda velocidad y en un solo descuido es capaz de esconderse en el último rincón de la casa para jugar con algo prohibido; mientras, su mami intenta concentrarse frente al teclado e interrumpe sus labores una y otra vez para chequear en qué anda, y todo esto sin dejar de lado el cuidado de la casa. Soy algo así como una súper heroína doméstica.

Y es que mis días son una locura en la que pocas veces como caliente y me ducho tan rápido que parece que alguien me pisara los talones. Quisiera dedicar mi escaso tiempo libre a la posición horizontal para descansar, leer o ver un poco de TV, pero esto solo ocurre si Pablo duerme. También es en esos breves momentos libres cuando como como una fugitiva o aprovecho para arreglarme y así evitar que mi esposo se encuentre con un esperpento al llegar a casa –ahora soy asidua a tiendas como Women’secret o Fru Fru, todo sea por mejorar mi look “bella en pijama”-.

Ir al cine, pintarme las uñas, ver una película completa por televisión o todo aquello relacionado al pajareo son misiones que ameritan esfuerzos titánicos; por supuesto, escribir en los blogs implica lo mismo-. Sin embargo, poco a poco le vas agarrando el ritmo y te acostumbras, no solo a vivir a toda velocidad, también a escuchar –y hasta tararear- las canciones de juguetes que suenan todo el día todos los días, a llevar siempre la ropa manchada de cualquier pegostito, a ver películas solo en DVD y a otro montón de cosas que trae consigo la maternidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

te leo y entro en pánicó. eres mi ídolo, Mílitza!!