Hay padres que ven la
televisión como el enemigo a vencer, otros, extrañamente, creen que ese
rectángulo luminoso es capaz de educar a sus hijos. Para mí, la educación de
los niños comienza en casa y, en algunos casos, la pantallita puede ser muy
útil. Nada ni nadie es absolutamente malo o bueno.
La rutina médica es
parte de nuestras vidas, desde hace mucho tiempo, y hacerle frente es un
proceso en el que coinciden paciencia, aprendizaje y, sobre todo, comunicación.
Estoy convencida de que conversar y explicar a Pablo cada paso que daremos ha
sido clave en su salud, física y mental. A veces, en esa tarea de explicar de
forma sencilla qué vamos a hacer y por qué, he tenido que valerme de la ayuda
de algunos “amigos”.
Hace unas semanas nos
tocó uno de esos exámenes que me encantaría evitar, pero son necesarios. Días
antes comenzó la preparación para comprender el ayuno de 14 horas, pinchazo
para tomar la vía, más horas en una camilla y “eso es solo para saber si estás
creciendo bien o si necesitas tomar algunas vitaminas”.
Mi hijo es un admirador
del Hombre Araña. Sabe los diálogos de memoria de todas las películas, actúa
las escenas, cree que cuando crezca podrá pegarse a las paredes y techos,
quiere una novia como Mary Jane o Gwen y siempre me recuerda que nada me va a
pasar porque él siempre estará allí para salvarme de los malos.
―Pablo, eso va a ser un
pinchazo como cuando la araña mordió a Peter. Al principio se sintió un poco
mal, pero luego se recuperó y se hizo fuerte y pudo ayudar a los demás ―le dije.
―Sí, mami. Yo siempre soy
valiente.
Llegó el momento del
examen. Como siempre, quiso mirar cómo le toman la vía y le sacan la sangre,
nada de “mira para otro lado mientras”. Todo iba bien hasta que llegó una
inyección inesperada, muy dolorosa, y no aguantó las lágrimas. Al final, cuando
recogían los equipos, preguntó: “¿Doctora, con tus agujas curas a los niños?”. Ella
asintió con una sonrisa.
De regreso, me dijo con
cierta angustia,
―Mami, lloré, ya no soy
valiente.
―¡Pues claro que eres
valiente! Así llores, sigues siéndolo. No es malo llorar si te sientes mal o
triste. Peter se sintió mal y se desmayó una vez, y sigue siendo un héroe.
―Sí, mami. Yo sigo
siendo valiente –dijo aliviado y feliz.
Después de todo esto me pregunto, ¿no es Spider-Man un superhéroe de verdad-verdad? Para mí, sí que lo es.
1 comentario:
Bellísimo! qué ternura!
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