Llegaron
a casa por cortesía de la editorial que los trajo de vuelta, Lugar común, porque
estaba escribiendo una nota sobre el proyecto –libro, disco, montaje teatral- para
la revista, y digo que los trajo de vuelta porque Ratón y Vampiro nacieron hace
como veinte años, cuando se le ocurrieron a Yolanda Pantin. Cuando Pablo llegó
del colegio, le dije: Te voy a enseñar algo que tal vez te guste. Se fue directo
a escudriñar en mi mesa, y los encontró.
Antes
de continuar, debo decir que, pese a sus cuatro años, mi hijo es un “lector”
exigente, quizás, porque comenzó a serlo en la barriga. Como ya he escrito por
aquí: Para él es igual de emocionante entrar a una juguetería que a una
biblioteca o una librería y, si se trata de elegir un nuevo título, se toma su
tiempo para revisar cuál le interesa de verdad.
Cuando
encontró a Ratón y Vampiro me llevó
hasta el sofá, nos sentamos, “lee, mamá”, y al terminar, “otra vez, mamá”. Luego,
escuchó el disco, atento, mientras volvía a recorrer el libro. Esa noche me
dijo: “Yo soy Ratón y tú eres Vampiro”. ¿Y por qué yo soy Vampiro?, “porque
somos amigos y tú usas lentes porque no ves bien”.
Al
día siguiente, saliendo del colegio, ¿cómo te fue Pablo?, “¡hola Vampiro! muy
bien”, me alegra… Ratón; desde entonces, ese suele ser el saludo de las tardes.
Rumbo a casa me dijo: “Yo conozco el tren de Ratón y Vampiro”. ¿Sí? ¿Cuándo lo
conociste? “Cuando fui al trabajo de papá, nos fuimos en ese tren”. Unos días
luego Pablo decidió que su papá era Fantasma, ¿por qué?, “porque es amigo de
Ratón y Vampiro, y se abrazan los tres porque se quieren”. Más de una vez le ha
hecho vestir una sábana en las noches.
Pablo,
Ratón y Vampiro también están en el teatro, ¿quieres ir?, “sí mami”, y fuimos. Antes
de entrar a la función lloró por una franela de Fantasma, la compramos y se la
puso sobre su ropa; que fuese talla 10 era lo de menos. Esperó paciente a que subiera
el telón canturreando volare, volare
y, al aparecer sus amigos sobre el escenario, se “metió” en el castillo de
Ratón durante un buen rato. Dos veces me abrazó durante la obra, ¿qué te pasa
Pablo?, “¡mami, estoy feliz!”.
Al
salir pidió autógrafos a todos, posó junto a ellos para las fotos, se despidió
y regresamos a casa. Ya me ha preguntado un par de veces si el fin de semana
vamos a volver a verlos.
Terminando
de escribir este relato sobre la RatónVampirización de Pablo, recibimos una noticia
importantísima: Ratón (en persona) lo ha nombrado “El PablovestidodeFantasma
más bueno del mundo”, título avalado por Vampiro y Fantasma (y la Niña),
además. Ahora, me marcho a entregárselo en sus manos.
(Gracias, V)
(Gracias, V)